Jesús nos invita a una fiesta. Para sentir la alegría de la fiesta, para celebrar en comunidad, para reunirnos todos sin condición, solo nos pide aceptar la invitación.
Dios nos llama y podemos responder SI o NO, todo el Evangelio es una invitación de Dios para responder con nuestra vida, nuestro tiempo…
Aceptar la invitación es compartir nuestra fiesta con todos, si distinguimos y no invitamos a los demás, no hemos recogido la invitación de Dios y la alegría no es completa. La alegría de la fiesta sale de nuestro interior, para que contagie a los demás, acoja, alimente, fluya y nos anime a salir al encuentro de los demás.
Aún en los momentos de dificultad, el encuentro nos ayuda a vivir con alegría y sentirnos acompañados
Para responder a la invitación, hay que sentirse invitado y acudir sin miedo, con los brazos abiertos, notar que la vida es un regalo que Dios nos ofrece cada día y que nos invita a compartir.
Siéntete invitado e invita a tu mesa con todo tu corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario