Cada semana, unimos la Palabra y el canto para ayudar a profundizar en la Oración.
Los cascabeles nos llaman a la oración y nos recuerdan la Alegría del Evangelio.

2023/08/21

Ciclo A
XXI Domingo del Tiempo Ordinario
(ATOR21)
Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?

Y Jesús nos pregunta hoy también a nosotros, “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Y esta pregunta nos lleva a pensar en nuestra relación con Él, en cómo le seguimos, en cómo vivimos su Evangelio, en cómo es nuestra vida en comunidad.

También podemos pensar en cómo es nuestra relación con Jesús, ¿hemos hecho un Jesús a nuestra medida, viviendo una religión rutinaria o queremos vivir al estilo de Jesús?

Vamos a centrarnos en cómo vive Jesús, en cómo mira a los demás, cómo se relaciona con sus amigos, ¿Cómo estamos viviendo? ¿Cómo miramos a los demás? ¿Cómo nos relacionamos? Siente en tu interior la paz de Jesús a su alrededor, su acogida a los demás, su mirada a los marginados que se le acercan. Jesús resucitado necesita de tus manos, de tus ojos, de tu voz para acoger a los demás.

Jesús te vuelve a preguntar ¿Quién dices que soy yo? E intenta responder desde tu relación con los demás, no solo tus amigos y familia, si no, cómo es tu mirada frente a todos los que te rodean. ¿Cómo acoges

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Ciclo A XX Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR20)
¡Animo, soy yo, no temáis!

El Evangelio de hoy nos lleva a una situación en la que no reconocemos a Jesús, negando su ayuda a una madre desesperada, sola, anónima, que solicita que su hija enferma recobre la salud y con ello su dignidad. Jesús, antepone el paganismo y la no pertenencia al pueblo de Israel a su escucha del sufrimiento de la mujer.

Mateo nos hace ver el efecto de la fe, que recorre nuestro ser y que nos empuja a hacer cosas, de las que no nos creíamos capaces, por ello vemos una mujer insistente con una fe inquebrantable, consciente de que sólo Jesús puede atender su necesidad

La fe de la mujer, rompe las barreras, a pesar de los obstáculos y Jesús reconoce su grandeza, la fuerza de su fe y socorre su necesidad

¿Tenemos la misma fe?

¿Cuántas veces nos cerramos en nuestro pequeño círculo y no escuchamos nada fuera de él, simplemente porque no son de “los nuestros” y no nos “afecta”?

¿Cuánto nos cuesta abrir la puerta a los demás, a los más frágiles de nuestra sociedad, simplemente porque no son de nuestro entorno, son inmigrantes, diferentes, marginados, … ?
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Ciclo A XIX Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR19)
¡Animo, soy yo, no temáis!

Nuestra vida está llena de problemas, conflictos, situaciones que absorben nuestra energía y hacen que nos sintamos como en medio de una gran tempestad que nos atemoriza y no nos deja mirar más allá. ¿Somos capaces de descubrir a Jesús a nuestro lado?

Jesús se acerca y nos dice: “Animo, soy yo, no temáis”, pero en medio de la tempestad ¿Nos cuesta escuchar su voz? Y Jesús se acerca a nosotros caminando sobre el agua, y nosotros ¿Solo escuchamos la tempestad?

Déjate empapar por su voz, escúchale a pesar del fragor del mar, y dale la mano para que te sostenga y siente que no dejará que te hundas. ¿Por qué dudas?

Su voz es capaz de sonar por encima de la tormenta, solo es necesario descubrir su presencia en medio de la tempestad y coger su mano, siente que te sostiene con fuerza y que te acompaña siempre y no te dejará ni en los momentos más difíciles

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Ciclo A XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR18)
¡Dadles vosotros de comer!

Este Evangelio, que para muchos se queda como un milagro con cierto tinte de magia, sin embargo, nos resalta que la solidaridad está en la capacidad de cambiar nuestra actitud, y hacer nuestra, la necesidad de los demás.

¿De dónde nace la multiplicación de los panes? La respuesta está en la invitación de Jesús a los discípulos: «Dadles vosotros...», «dar», compartir. ¿Qué comparten los discípulos? Lo poco que tienen: cinco panes y dos peces. Pero son precisamente esos panes y esos peces los que, en las manos del Señor, sacian a toda la multitud.

Y esto nos dice que, en la Iglesia, y también en la sociedad, una palabra clave a la que no debemos tener miedo, es «solidaridad», o sea, saber poner a disposición de Dios lo que tenemos, nuestras humildes capacidades, porque sólo compartiendo, sólo en el don, nuestra vida será fecunda, dará fruto. Solidaridad: ¡una palabra que mira mal el espíritu mundano!

Un tema esencial para el Papa Francisco, es el hambre consecuencia de la pobreza extrema, resaltando que existe una cultura del descarte que nos ha hecho insensibles también al derroche y al desperdicio de alimentos, cosa aún más deplorable cuando muchas personas y familias sufren hambre y malnutrición.

En otro tiempo, nuestros abuelos cuidaban mucho que no se tirara nada de comida sobrante. El consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento. ¡Pero recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre!, y cuando el alimento se comparte de modo equitativo, con solidaridad, nadie carece de lo necesario. Cada comunidad puede ir al encuentro de las necesidades de los más pobres. [Ecología humana y ecología medioambiental caminan juntas.” (Audiencia 5 de junio 2013)]

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Ciclo A XVII Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR17)
¿Has encontrado ya tu tesoro?

"Si quieres orar con las parábolas toma contacto con tu situación personal, elige una de sus imágenes y sitúate ante el Señor: como aquel hijo que andaba perdido… como una masa inerte que necesita levadura para levantar… como un poseedor de talentos y recursos que invertir… como el publicano que decía “ten compasión de mí, Señor”… como una tierra que está dando fruto… Recuerda siempre esto: las parábolas hablan de ti y son un camino a tu alcance para poder entrar en contacto con quien las contó. Está esperando tu respuesta». (Carlos del Valle – pastoralsj).

La propuesta final es encontrar un nombre nuevo con el que invocar a Jesús: el campo de cada parábola lo esconde como un tesoro para llenarnos de alegría al descubirlo. (Carlos del Valle – pastoralsj).

Jesús nos cuenta parábolas, pequeñas historias que sorprenden y nos hacen centrar la mirada en pequeños detalles que cambian la vida de las personas. El descubrimiento del Reino de Dios también puede ser algo inesperado y sorpresivo, pero que llegue al fondo de nuestro ser, y transforme nuestra vida desde lo escondido. Y nos obliga a actuar. No nos permite quedarnos quietos. ¿Qué nos llama a hacer?

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Ciclo A XVI Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR16)
Dios se acerca en lo pequeño, ¿Y tú?

¡Cuántas veces pensamos que Dios se tiene que manifestar con algo grande, a la vista de todos! Y, sin embargo, las parábolas de hoy hablan otro idioma, hablan de lo escondido, de lo pequeño, de lo que no se ve, pero está actuando, como la levadura en la masa, o la semilla más pequeña, que se convierte en un árbol que sirve de cobijo a la vida.

El Reino que muestra Jesús, no es algo poderoso o espectacular, no habla a la gente poderosa, si no que ilusiona a la gente sencilla y les pide que hagan algo en su entorno. La gente sencilla, en el lenguaje de parábolas, entiende el mensaje y lo pone en práctica.

Jesús nos habla de lo cotidiano de la vida alrededor, de humanizar nuestro entorno, de ayudar al vecino, de transformar poco a poco desde el silencio de lo interior y lo escondido, y mirar con otros ojos alrededor.

Jesús nos quiere transformar por dentro, hacernos ver las cosas con su mirada, que captemos lo que ven sus ojos, poco a poco, y nos demos cuenta de lo que tenemos y lo que los demás necesitan de nosotros.

Jesús es la levadura oculta que nos fermenta y hace crecer, es la pequeña semilla que crece en nuestro interior, poco a poco, para dar cobijo, para cuidar, desde lo pequeño, desde lo humilde, desde el silencio.

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Ciclo A XV Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR15)
¿Te dedicas a sembrar?

Salió el sembrador a sembrar y su semilla cayó en … Siempre pensamos qué terreno somos para que caiga la semilla en la buena tierra de nuestro corazón. ¿Es ese el foco de la lectura?

Salió el sembrador a sembrar y su semilla cayó al borde del camino, otro poco en terreno pedregoso, otra parte entre zarzas y solo una porción en buena tierra. ¿Por qué un sembrador desaprovecharía la semilla echándola por todas partes? ¿O es que nos está diciendo otra cosa?

Salió el sembrador a sembrar y sembró por todas partes, porque la buena tierra está escondida y muchas veces en el borde de un camino o ahogada entre piedras. Muchos la rechazan y se sacuden la semilla, pero otros la aceptan y se ponen a dar vueltas a esa semilla, hasta que les dice algo y les impulsa a actuar.

El sembrador sale de casa y no se pone a sembrar, se sienta con calma con las personas, les dedica tiempo, les da confianza y una vez que ha hecho eso, se pone a sembrar. Ha ido preparando la tierra con toda calma.

Nosotros, ¿Somos capaces de sembrar? ¿Somos capaces de dedicar el tiempo sin prisa a los demás y sembrar bien? ¿Nos sentimos sembradores?

La lectura no habla de recoger, el sembrador no es el que recolecta, y cuántas veces estamos pensando en la cosecha. Sembrar sin cosechar nos puede parecer baldío, pero el evangelio nos llama a poner nuestra semilla al servicio de los demás y lo que los demás hagan con ella, no es nuestro problema. Muchas veces eso nos resulta difícil de aceptar.

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2023/08/20

Ciclo A XII Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR12)
¡No tengáis miedo!

La fe no es un tranquilizante. El seguimiento a Jesús es un riesgo basado en la confianza. En un mundo quebrado por la violencia y la injusticia, la Buena Noticia del Amor se convierte en signo de contradicción y conlleva una dimensión conflictiva ineludible, pues exige posicionamiento y opción, como le sucedió al propio Jesús.

Por eso, el lugar del Evangelio no es sólo la intimidad del corazón: “lo que se nos ha dicho al oído “, hay que comunicarlo en las calles y las plazas públicas, ha de ser gritado desde las azoteas y encarnado en la propia vida. Pero Jesús nos recuerda también que la última palabra en nuestra vida no la debe de tener el miedo sino la confianza, porque hasta el último de nuestros cabellos es importante para Dios, y Él nos sostiene con su confianza y su incondicionalidad.

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Ciclo A XI Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR11)
¡Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis!

"Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos”. ¿Pero cómo estará? – Jesús nos dice: “La mies es mucha y los obreros pocos”. Y llamando a los discípulos les dio autoridad y les dijo: “Id y proclamad que el Reino de Dios está cerca… Curad a los enfermos y los que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.

Este Evangelio nos da una norma de vida. Dios necesita nuestras manos, nuestro corazón, nuestra preocupación con los demás, nuestro testimonio de vida siguiendo a Jesús, nuestra actitud de servicio para los demás. Dios quiere que todos se salven, pero necesita nuestra vida para llegar a más personas.

La mirada de Jesús transmitía amor, cariño, preocupación por los demás, empatía, y las personas se sentían acogidas, liberadas, orientadas. ¿Somos capaces de mirar al corazón de los demás con esa mirada que acoge, no juzga, siente el dolor de los demás

La autoridad que nos da Jesús es para empatizar con los demás, sanarles, mirar con amor, y luchar por buscar una nueva vida para la sociedad que nos rodea.

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Ciclo A X Domingo de Pascua - Corpus Christie (APAS10)
¡Jesús es el PAN Vivo bajado del cielo!

"Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos”. Jesús está aquí con nosotros y nos dice: “Yo soy el pan de vida”. Hacemos silencio en nuestro corazón para acoger estas palabras. En ese silencio interior las escuchamos hasta que resuenen como un eco en nosotros. ¿Qué te dicen en tu vida?

¿Esas palabras te llenan de gozo? Un gozo que traspasa más allá del tiempo y se proyectan a una vida plena, eterna, en comunión con Jesús. ¿Soñamos con esa vida plena?

Las palabras de Jesús siempre nos conmueven por su ternura, acogida y esperanza. Jesús es el pan de vida para cada uno de nosotros, para cada persona; en ese niño necesitado que hay en nosotros; y nos llenan de alegría. Esa vida en comunión nos conduce a que Jesús nos empuja a ser vida para todo aquel que lo necesite.

Nosotros nos vemos frágiles e incapaces, pero Jesús nos da la vida y nos lleva con Él por su camino.

Ser vida, desde la fe en Jesús, es vivir en manos del Padre, llenos de confianza e impulsados por el aliento de su Espíritu que abre nuestros ojos para vivir con Jesús el pan de vida y vivirlo en comunión, con generosidad, en cada una de las innumerables personas que sufren por tantas carencias, soledades, enfermedades, mentiras, abusos, falta de libertad, necesidades de alimentación, agua potable, y tantas dificultades con las que convivimos. Nos sentimos comunidad y pedimos unos por otros al Padre, que nos guie a la Vida por el camino de la esperanza.

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Ciclo A IX Domingo de Pascua de Pentecostés (APAS09)
¡Vivir animados por el Espíritu del Amor de Dios!

El Espíritu de Dios está aquí, Jesús anunció su llegada para no dejarnos solos. Sintiendo en nuestro interior el Espíritu de Dios, acogemos la presencia de Dios, que nos regala su paz y nos inunda de amor.

No es posible dar lo que no se lleva dentro. Si nos sentimos invadidos por el Espíritu, ese mismo Espíritu nos anima con el amor y nos impulsa a amar. Ese amor que, a pesar de nuestras torpezas, nos salva de meter la pata. Con ese amor en nuestro interior, no podemos permanecer al margen de la sociedad en la que vivimos.

Dios Padre, fuente de amor, nos invita a amar. Dios Hijo, creado a imagen de Dios, como el gran regalo de Dios para el mundo, nos invita a sentirnos amados y a compartir el amor con los demás y a seguir su ejemplo, imitando su vida, que nos enseña a trabajar por un mundo más justo y más humano.

Dios Espíritu del Amor de Dios, nos invita a vivir la vida en comunión con los demás, buscando trabajar por la paz, la justicia, el amor y la verdad. Ayudados por el Espíritu, que nos dará fuerzas para estar atentos a los olvidados del mundo, y así luchar contra la indiferencia y el mal.

¿Sientes la fuerza del Espíritu dentro de ti? ¿Cómo acogemos al Espíritu en nuestras vidas? ¿Qué hace el Espíritu en ellas? ¿Hacia dónde nos dirige?

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Ciclo A VIII Domingo de Pascua de Pentecostés (APAS08)
¡PAZ a vosotros!

A lo largo de esta pascua nos han acompañado los textos de los Hechos de los Apóstoles y el evangelio de Juan. Ambos centrados en la experiencia de las primeras comunidades al recibir el Espíritu de Jesús. Los dones del Espíritu Santo podrían resumirse en dos: abrirnos y buscar el bien de todos y no exclusivamente a los nuestros (ese “hablar lenguas desconocidas” que escuchan los paganos) y amar sin límite a los demás. Ser Jesús hoy, a nuestro alrededor, para los otros. Y así, a través de su Espíritu llegar a ser uno con Jesús, y a través de él, con el Padre.

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Ciclo A VII Domingo de Pascua de Resurrección (APAS07)
¡Sabed que estoy con vosotros!

Resurrección, Ascensión, Pentecostés. Estamos en el tiempo de la Iglesia, de los hombres, de nuestro tiempo, el tiempo de hacer ascender la creación, el tiempo de resucitarla, el tiempo de confesar que el Espíritu de Jesús está en todas partes. El tiempo de poner el amor más en las obras que en las palabras.

El tiempo de poner manos a la obra con Jesús que, con nuestra ayuda y nuestra vida, está empujando la creación entera hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. El tiempo de recordar para qué nos llama Jesús: para estar con él, para anunciar su palabra.

Era verdad que el Reino de Dios está cerca. Era verdad que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Era verdad que si el grano de trigo no muere, no da fruto y era verdad que Dios nos quiere entrañablemente, como solo un buen padre, una buena madre, puede querer.

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Ciclo A VI Domingo de Pascua de Resurrección (APAS06)
¡El que me ama, será amado por mi Padre!

Jesús no plantea en el evangelio de hoy nada sobre el cumplimiento de los mandamientos. La obligación de los mandamientos, como tal, no tiene ningún sentido si no se entiende en el contexto de una relación personal con el mismo Jesús: “Si me amáis, cumpliréis los mandamientos”. No se trata, pues, de cumplir los mandamientos de una forma automática o ciega con el objetivo de conseguir la salvación. El paso primero es encontrarse con Jesús, descubrir quién es y que significa en nuestra vida.

De esa relación personal surge el amor y el seguimiento. Los mandamientos son pura consecuencia de esa vida de seguimiento. Pero primero es el amor. Y éste, en ningún caso, se puede imponer como obligación. ¿Es que los que siguen a Jesús y le aman entenderán, como una mera obligación, la invitación de la Iglesia a reunirse una vez a la semana para escuchar juntos la Palabra y, compartir el Pan y el Vino en la mesa de la Eucaristía? Más que una obligación, es un gozo y un derecho: el de reunirme con mis hermanos y hermanas y juntos dar gracias a Dios por todo lo que nos regala.

Ser cristiano, formar parte de la Iglesia, no es cumplir una serie de normas y mandamientos de forma automática y porque sí. Es formar parte de una familia que se extiende más allá de la sangre y de la cultura. Es haber acogido, en el corazón, una tradición que viene de siglos. Es haber escuchado la predicación de Felipe y haber recibido el Espíritu Santo de los apóstoles. Ser cristiano es hacer de Jesús el centro de mi vida y amarle y amar a mis hermanos con la fuerza de su ejemplo y de su espíritu.

Este domingo hay que mirar a Jesús, hacerle presente en nuestro interior y mirarle a los ojos. Él es la única razón que tenemos para seguir confesándonos cristianos, para cumplir con lo que nos pide el Evangelio y la Iglesia.

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Ciclo A V Domingo de Pascua de Resurrección (APAS05)
¡Jesús te conduce por el camino del amor!

Jesús se despide de sus amigos y quiere que sientan el amor de Dios. El evangelio está escrito en clave pascual. Las comunidades lo escriben intentando explicarnos su vivencia de Jesús resucitado. La vida de Jesús se entiende de otro modo, siguiendo el camino de Jesús, desde Galilea, pero a la luz de la pascua.

Jesús nos dice creed en Dios y creed también en mí, pero quiere decirnos que confiemos en Él y que pongamos nuestra confianza en Dios.

Y también, en casa de mi Padre hay muchas estancias. El corazón de Dios tiene espacio para todos y todos estamos llamados a formar parte de la familia de Dios.

El amor de Dios nos impulsa a seguir el camino que nos muestra Jesús. Su vida es auténtica, comprometida, verdadera y nos ilumina un camino nuevo en el que lo importante es descubrir a los más vulnerables y que sientan también que Dios les ama y que están en el corazón de Dios

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Ciclo A IV Domingo de Pascua de Resurrección (APAS04)
¡Jesús te llama por tu nombre!

Nos numeran por todas partes. Somos anónimos. Un número en las estadísticas que ofrecen las noticias… en el DNI, en la Seguridad Social, en el banco, en la universidad, en la empresa, en bancos de datos que nos archivan sin ninguna otra consideración que conocer nuestras preferencias para intentar enganchar nuestro interés...

Pero con Dios todo es diferente. Jesús es el Buen Pastor que te guía, que te cuida, que te busca si te pierdes. Alguien que conoce tu rostro, tu voz, que sabe cómo eres, que quiere estar en tu corazón. Con Él, nada te falta.

Su propuesta, como Maestro, sin embargo, no es cómoda: “dar la vida”. Al igual que el pastor da la vida por sus ovejas, nuestra meta también es ofrecernos, abrirnos a todos. No anclarnos en la placidez de la contemplación en el Tabor, seguir su ejemplo y entregarnos a los que nos necesiten: el que centre su vida en el Reinar de Dios, la hará mucho más fecunda.

La abundancia en la Vida se sitúa así en otros parámetros, especialmente en estos tiempos complicados que vivimos: ser sal y luz para los demás.

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Ciclo A III Domingo de Pascua de Resurrección (APAS03)
¡Se puso a caminar con ellos!

Después de la muerte de Jesús, cunde el desánimo. Sin Jesús, nada tiene sentido. La persona que hacía arder su corazón, ha desaparecido y los discípulos vuelven a su casa, descorazonados, pero no pueden olvidarle y le mantienen vivo hablando de Él.

Hay experiencias que solo viviéndolas nos llegan al corazón, contadas, es un mensaje más que no llega muy dentro, al corazón. Y los discípulos que van a Emaús, habían oído encuentros de Jesús, pero no lo habían vivido y, por tanto, caminan desesperanzados.

¿Qué experiencia de Jesús tenemos nosotros? ¿Qué vivencias que nos hagan arder el corazón? La fe se nos va adormeciendo. Necesitamos volver a despertarnos, actualizar el mensaje, escuchar la voz de Jesús que nos llama y nos invitar a compartir la mesa y sentirnos alimentados por el propio Jesús en la Eucaristía.

¿Quieres volver a despertar tu fe como los discípulos de Emaús?

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Ciclo A Domingo V del Tiempo Ordinario (ATOR05)
¡Llamados a ser luz!

El Papa Francisco nos recuerda en la lectura de hoy, que los cristianos debemos ser la luz y la sal para su prójimo: “La sal y la luz son para dar a los demás. Lo que ilumina y lo que mantiene la luz de Cristo es la oración”. “Se pueden hacer muchas cosas por la Iglesia, pero si no oras, todo estará un poco oscuro”. “La oración es el combustible, la batería que da vida a la luz”.

La sal solo hace efecto cuando se mezcla con los alimentos y desaparece en ellos. Por un lado, les da sabor y por otra, los conserva, sin embargo, si la sal se vuelve sosa, ¿para qué sirve? Si perdemos nuestra sal, ¿cómo podemos mezclarnos con la sociedad y dar sabor cristiano?

La luz: sólo puede iluminar cuando la ponemos en la oscuridad, con la luz podemos iluminar a todos con el sentido de nuestra vida, que refleje el rostro de Dios en nuestra vida. Si nuestra vida no refleja la luz de Dios, ¿cómo podemos iluminar nuestra sociedad?

El Papa nos dice: Si los cristianos pierden sabor y se apagan, se vuelven tristes. Tenemos que ser LAMPARAS ENCENDIDAS para llevar la luz de Jesús a nuestro alrededor. Con una vida “Santa” daremos ‘sabor’ en los sitios donde vamos, como hace la sal. Y la alegría y la luz brillarán a nuestro alrededor.

Tenemos que conservar la luz que hemos recibido de Jesús. El cristiano debe ser una persona luminosa, que ¡siempre da luz! Una luz que no es suya, es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido.

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Ciclo A Domingo I del Tiempo Ordinario - Bautismo de Jesús(ATOR01)
¡Dios te ama!

Juan predica en el desierto y su voz nos sobrecoge y se anuncia como la voz que clama en el desierto, llamando la conversión bautizando con agua en el Jordán. Nos sumergimos en la escena y vemos cómo la gente se acerca al río para que Juan les bautice con agua.

Juan nos dice que bautiza con agua, pero detrás de él viene alguien que nos bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Seguimos contemplando la escena y comprobamos la sencillez de la gente, se trata de las personas más necesitadas y desfavorecidas. Jesús también espera para bautizarse, como cualquiera de nosotros, con toda sencillez y tranquilidad y entre los más necesitados. Y tras el bautismo, el Espíritu del amor de Dios se manifiesta en Jesús como Hijo Amado, su predilecto.

Y sentimos como Jesús nace del agua y del Espíritu y escucha la voz de Dios en su interior, tomando conciencia de lo que significa Dios en él. Y también nosotros nos sentimos sobrecogidos por la escena y escuchamos la voz del Espíritu de Dios que resuena en nuestro interior y sentimos el amor de Dios en nosotros.

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Ciclo A XIV Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR14)
¡Alivia nuestro cansancio!

La lectura nos recuerda lo cansados que estamos a final del curso y que necesitamos vacaciones. Sin embargo, ese cansancio se debe a que hacemos cada vez más cosas en menos tiempo, vivimos acelerados y, claro, necesitamos parar. Sin embargo, las vacaciones no sirven para desconectar, porque al volver retornaremos a la vida cotidiana y seguiremos con las mismas prisas de siempre.

Jesús nos dice: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Habla para la gente sencilla, que le entendía y se sentía acogida por Él. También se dirige a los que sienten la religión como un peso, los que viven tan agobiados que no pueden sentir la alegría de la salvación. El encuentro con Jesús supondrá un descanso inmediato: «Yo os aliviaré».

Sin embargo, los «sabios y entendidos» no comprenden nada. Tienen su propia visión de Dios y no aprenden nada nuevo. Su corazón endurecido les impide abrirse a la salvación.

Necesitamos replantearnos la vida que llevamos, vivir más despacio, de manera más humana, y decidir si estamos en el lado de los sencillos o, en el lado de los “sabios y entendidos”.

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Ciclo A XIII Domingo del Tiempo Ordinario (ATOR13)
¡Coge tu cruz y sígueme!

¡Él que ama a su padre o a su madre, a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí! Las palabras nos parecen duras e incomprensibles. ¿Cómo vamos a dejar a nuestra familia cuando necesita nuestros cuidados? ¿Qué nos quiere decir Jesús? ¿Qué familia quiere que tengamos? Cuando vemos hijos cuidando, abnegadamente, de sus padres y padres pendientes, incondicionalmente, de sus hijos, ¿qué nos quiere decir Jesús, que les abandonemos? ¿Qué cruz quiere que cojamos?

¿Será que Jesús nos dice que la familia es nuestro lugar de confort y después de anunciarnos que no tengamos miedo, nos pide salir de nuestro refugio, para arriesgarnos sin miedo?

Podemos pensar en cómo crecen nuestras familias y lo que se aprende en ellas. ¿En nuestras familias se enseña solidaridad o egoísmo? Si se potencia el egoísmo, la familia se encuentra muy confortable encerrada en sí misma. Si se practica la solidaridad, sus miembros se sienten impulsados a trabajar por el Reino de Dios y su justicia, y son capaces de enfrentarse a retos con valentía, porque Dios está con ellos y son capaces de ver los problemas más allá de su mundo confortable.

¿Qué buscamos en nuestra vida? ¿Qué nos impulsa a darnos a los demás? ¿Qué quiere Jesús que hagamos?

¿Somos capaces de ofrecernos gratuitamente? ¿Qué buscamos? ¿Qué encontramos?

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