En este mundo que vivimos, corren las noticias, especialmente las malas. Los telediarios, los periódicos, son páginas de sucesos, que oprimen nuestro corazón y nos hace sentirnos impotentes. ¡Es tan raro encontrar una buena noticia!
Jesús invita a sus discípulos a ir a la otra orilla. es un desplazamiento geográfico que supone también un desplazamiento mental y ofrece un nuevo horizonte de vida.
Precisamente, en este desplazamiento vino una tempestad y provocó pánico y miedo entre los discípulos. Menos mal que Jesús estaba con ellos. Él calmó la tempestad.
Ante la actuación de Jesús, los discípulos hablaron entre sí acerca de su identidad.
La tempestad podría ser un lugar teológico donde Dios manifiesta su poder sobre el cosmos. Ante la manifestación de Dios, a veces, no sabemos cómo reaccionar. En nuestra vida encontramos muchas tempestades que sacuden y ponen en crisis nuestra fe en Dios. Las tempestades se visten de muchos rostros: al recibir las malas noticias, la enfermedad, la muerte de un ser querido, etc. Estas tempestades podrían ser una oportunidad para renovar y purificar nuestra vida de fe. Gracias a la presencia de Jesús, los discípulos se recuperaron de sus miedos y sustos.
Señor Jesús, sin ti estamos muy perdidos en nuestro caminar. Sin embargo, estando contigo, encontramos siempre ayuda y fortaleza. Ayúdanos a afrontar nuestros miedos y nuestras tempestades de cada día.
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