La lectura de hoy nos muestra dos actitudes, los discípulos de Emaús, que han encontrado al Señor Resucitado, sienten que esta experiencia no les deja indiferentes, Jesús sale a su encuentro, y les impulsa a actuar, a dejar sus miedos y a contar, a todos, la experiencia de su encuentro.
Por otra parte, el resto de los discípulos, creen ver un fantasma. Han oído noticias de la resurrección, pero no las creen. Ni siquiera le reconocen cuando les saluda con la frase PAZ A VOSOTROS. Están llenos de incertidumbre. No es fácil creer en Jesús Resucitado. Esta gran noticia solo se puede comprender desde la fe.
Pero a pesar de sus dudas, Jesús confía en sus discípulos, les pide que miren sus manos, que vean el amor de su entrega. Les pide ser testigos, sus testigos.
A nosotros, hoy Jesús también nos pide ser sus testigos, ir al encuentro del otro, seguir su camino trazado en el Evangelio, unos ojos atentos a los demás, unos brazos que acojan, unos pies que caminen buscando a los más olvidados, unas manos que consuelen y una voz que sane.
¿Somos capaces? o ¿nos vamos a quedar contemplando un fantasma?
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