Cada semana, unimos la Palabra y el canto para ayudar a profundizar en la Oración.
Los cascabeles nos llaman a la oración y nos recuerdan la Alegría del Evangelio.

2022/10/30

Ciclo C Domingo XXXI del Tiempo Ordinario (CTOR31)
¡Hoy voy a alojarme en tu casa!

El Evangelio de Lucas nos narra un episodio, casi anecdótico, ocurrido al atravesar la ciudad de Jericó. La gente se arremolinaba para ver a Jesús, unos para escucharle y otros por mera curiosidad. Entre estos últimos se encontraba Zaqueo, presentado como jefe de publicanos y rico. Para sus conciudadanos se trata de un pecador, alguien que sirve al dinero, no a Dios.

Zaqueo siente curiosidad por Jesús, quiere saber de quién se trata, y por qué atrae a la gente. El acercamiento es complicado; Zaqueo es de baja estatura y, entre la muchedumbre, no puede ver a Jesús.

Muchos prejuicios dificultan su encuentro. Zaqueo se enfrenta a ellos con sinceridad y sencillez; deja de lado su dignidad de hombre importante y se acerca con la inocencia de un niño, subiéndose a un árbol.

Jesús, que encuentra a los que le buscan con sinceridad, se acerca hasta Zaqueo y le proporciona el encuentro esa misma tarde en su casa. El encuentro transforma la vida de Zaqueo, deja de estar centrado en el dinero para centrarse en el sufrimiento de los demás, y pone remedio a todas las injusticias que ha cometido con los demás.

Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida. No podemos dejarlo escapar. Nos podemos preguntar: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?

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Ciclo C Domingo XXX del Tiempo Ordinario (CTOR30)
¡Señor, ten compasión de mí!

Hoy nos acercamos a orar, a ponernos ante Dios, a abrir nuestro corazón delante del Señor, en el silencio de la Capilla, y rodeados de otras personas que hacen lo mismo..

El Señor nos esperaba y nuestra boca, nuestro corazón, nuestros pensamientos, le hablan de lo que llevamos dentro.

Podemos escuchar la narración de Jesús y sentirnos reflejados en la actitud de uno u otro de los personajes que aparecen en ella. Cada uno lleva una imagen muy distinta de Dios en su interior.

Uno de ellos no sabe orar; vive al margen de Dios y cree que con cumplir la Ley es suficiente. En el fondo de su corazón, no necesita a Dios, le basta la Ley.

El otro, se siente indefenso ante Dios, se acerca sobrecogido, sin atreverse a decir nada ni a levantar los ojos en su presencia, simplemente espera que la misericordia de Dios le tenga en cuenta.

¿Cál es nuestra actitud?

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Ciclo C Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (CTOR29)
¡Señor, enséñanos a orar!

La lectura de hoy nos muestra el poder de la oración y pone su acento en la perseverancia e insistencia con que debemos acudir a Dios. Lo hará de manera especial por medio de la parábola de la viuda insistente..

Señor, enséñanos a llamarte, como la viuda, sin resignarnos al ruido vacío.

Señor, enséñanos a buscar, a no conformarnos con el silencio, a preguntar, a escuchar.

Señor, ayúdanos a descifrar esa forma tuya de hablar, a adivinar tus huellas en lo que nos ocurre cada día.

Señor, despierta tu voz que nos late dentro, aunque a veces ni nos demos cuenta, enséñanos a orar.

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Ciclo C Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (CTOR28)
¡¡¡GRACIAS!!!

GRACIAS: Es una palabra que, muchas veces, utilizamos mecánicamente, de manera cortés, porque nuestros pensamientos están en otro lado. La dicen nuestros labios, pero no nuestro corazón. Estamos tan acostumbrados a recibir cosas de los otros, que no nos damos cuenta de lo que los demás hacen por nosotros. Ya dice el refrán, que de bien nacidos, es ser agradecidos y, cuantas veces, en la vida cotidiana, nos olvidamos..

Un GRACIAS dicho con el corazón, refleja la alegría, la luz del agradecimiento en nuestros ojos y, la persona que la recibe, percibe los sentimientos compartidos y, se siente valorada.

La lectura de hoy nos lleva a Samaría, a la curación de diez leprosos, diez vidas rotas, apartadas de su familia para vivir excluidas de la sociedad, ni siquiera pueden acercarse a Jesús y, desde lejos, piden su compasión. Jesús les envía a cumplir con la Ley, para que puedan vivir de nuevo en sociedad. Su fe es grande, se ponen en camino y, se sienten curados cuando ya están lejos. A nueve les puede el hecho de ir a cumplir la Ley y, siguen al Templo, pero uno, el extranjero, aquel de quien no se espera nada, siente que lo primero es volver y gritar, para que todos le oigan, su alabanza a Dios y el agradecimiento a Jesús. Su curación ha sido más profunda y reconoce la mano de Dios y, no puede más que pregonarlo a los cuatro vientos.

¿No han quedado limpios los diez?”.¿No se han curado todos? “Los otros nueve, ¿dónde están?”. ¿Por qué no están aquí? La queja de Jesús, lamentándose de la falta de agradecimiento, podría estar dirigida a muchos de nosotros.

¿Cuántas veces al día damos las gracias por lo que recibimos? ¿Es nuestra oración una petición o, también es alabanza y agradecimiento por la vida que disfrutamos?

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Ciclo C Domingo XXVII del Tiempo Ordinario (CTOR27)
¡Señor, auméntanos la fe!

Hay veces que dudamos y nos preguntamos si verdaderamente creemos, y lo que significa realmente Dios para nosotros. A veces nos pasa lo mismo que a los discípulos, que cuando dudan de sí mismos y de su seguimiento a Jesús y le piden “Auméntanos la fe”.

Con mucha frecuencia, nuestros esfuerzos se interesan por cosas que nos alejan de Dios, y eso nos puede llevar a la indiferencia. Otras veces nos sentimos tan inseguros, que para responder lo que significa creer, preferiríamos que alguien respondiera por nosotros. Sin embargo, solo cada uno puede responder lo que significa creer o no creer para él.

¿Tienes fe? ¿Estás cuidando tu fe? ¿Escuchas a Dios en tu interior, o te resuenan demasiado otras cosas que te distraen?

¿Dónde estás buscando a Dios? ¿Dónde crees que lo puedes encontrar?

Si atendemos a nuestros miedos e incertidumbres, no escuchamos a Dios que nos habla al corazón, dentro de nosotros mismos y en las personas que sufren, las que nos rodean, las que demandan nuestro apoyo, las…

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