Ciclo B Domingo IV del Tiempo Ordinario (BTOR04) ¡Enseñaba con autoridad!

Jesús acude a la Sinagoga, como cualquier Sabbath, proclama la Palabra de Dios y explica la lectura para todo el pueblo de Cafarnaúm. Pero algo es distinto. El modo de explicar la Palabra es diferente, Jesús lo cuenta con autoridad y eso hace que llegue con facilidad al corazón de la gente y presten toda su atención

El mensaje se hace nuevo, no repite ideas ya contadas que la gente no escucha. Son palabras que la gente escucha como si lo oyera por primera vez. El mensaje llega tan profundo que hasta los malos espíritus se sienten amenazados, y Jesús lo expulsa, hablando con seguridad.

Las palabras de Jesús liberan de todo lo que esclaviza, son palabras que curan de todo lo que impide sentir libremente el amor de Dios y actuar en consecuencia.

Siente cómo Jesús te habla y te libera de todos los demonios que te lastran para seguirle.

Ciclo B Domingo III del Tiempo Ordinario (BTOR03) ¡Permaneced en mi amor y daréis frutos en abundancia!

Hoy el Evangelio nos invita a convertirnos. La invitación de Jesús nos pide, que miremos nuestra vida, la revisemos y veamos lo que podemos cambiar en nuestro modo de actuar, para acercarnos a lo que Dios piensa para nosotros, y con ello recuperar la paz, la alegría y la cercanía de Dios.

Y una vez revisada nuestra vida, nos mira a los ojos y nos ofrece una alternativa: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Nos invita a cada uno, nos ve en la barca de nuestra vida y nos llama, con la confianza de encomendarnos una misión que sabe que somos capaces de hacer. ¿Sentimos la confianza que Jesús pone en nuestra misión y somos capaces de seguirle?

Esta semana comienza el Octavario de Oración por la Unidad de los cristianos, Dios nos llama a todos con las mismas palabras, nos invita y confía en nosotros, unámonos, en la oración a todos los cristianos del mundo a los que Jesús pide “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (Jn 15, 5-9).

Por ello, nos unimos a la Oración Diaria de las Hermanas de Grandchamp (Suiza):
Ora y trabaja para que Dios reine.
Que durante toda la jornada la Palabra de Dios vivifique tu trabajo y tu descanso.
Mantén en todo el silencio interior para que puedas habitar en Cristo.
Deja que el espíritu de las Bienaventuranzas colme tu vida: alegría, sencillez, misericordia.

Ciclo B Domingo II del Tiempo Ordinario (BTOR02) ¡Venid, y Ved!

En torno a Jesús se van reuniendo un grupo de discípulos. A través de algunos verbos significativos, el evangelista presenta sus acciones: oyen, siguen, preguntan...

El Maestro es el centro al que se dirigen todas esas acciones y se muestra sensible a lo que hacen quienes le buscan: ve que lo siguen, pregunta, responde.

Después, los que se han encontrado con Jesús, conducen hasta Él a Pedro para que haga la misma experiencia personal que les marcó a ellos. Y también Jesús le acoge "fijando en él la mirada".

Lo importante es escuchar la voz de Jesús y disponerse para el encuentro personal con Él. Solo así podremos convertirnos en sus discípulos y convertirnos en mediadores, para otros, del encuentro transformador.

Gracias por las personas que me ayudaron a conocer mejor a Jesús, a profundizar y madurar en la fe. Que no deje nunca, Señor, de buscarte y de hablar a otros de lo que Tú has hecho por nosotros.

Ciclo B Domingo del Bautismo de Jesús (BNAV03) ¡Se sumergió en nuestras profundidades!

Desde el silencio contemplativo de María y José, con el que nos han enseñado a vivir los acontecimientos en torno al nacimiento del niño Jesús y su misterio, nos acercamos al bautismo de Jesús en el Jordán.

Los cielos se abren y Dios Padre se manifiesta plenamente en Jesús: “Tú eres mi Hijo amado”.

Jesús se une a la multitud y asume nuestra condición humana. El Espíritu Santo desciende sobre Él y comienza una nueva creación.

Así Jesús, en su abajamiento, se sumerge en nuestras profundidades, en nuestras raíces humanas y en nuestros sentimientos, en nuestros deseos banales, necesidades, pérdidas y carencias de amor, para darles un sentido nuevo, trascendente, para transformar nuestros corazones y llevarlos a la plenitud de hijos de Dios.

El Espíritu de Dios nos conduce a vivir en Él todas las dificultades y tristezas y, también, los gozos y alegrías que estamos viviendo, con un sentido profundo, sabiendo que Jesús es todo nuestro bien y nuestra salvación plena.