Hoy el Evangelio nos muestra la imagen de una familia normal que cumple con las tradiciones de la sociedad. Se trata de una narración sencilla que nos muestra a una familia ilusionada con su primer hijo y que lo presenta en sociedad siguiendo sus costumbres.
Simeón, un hombre bueno, recibe a esta familia en el templo, pero algo llama su atención, para él, que espera la promesa de Dios, este niño es diferente. Simeón reconoce en Jesús al Salvador que espera. Como cualquier abuelo, toma al Niño en brazos cariñosamente y bendice al Niño y a sus padres. Sin embargo, su mirada hacia a María anuncia el dolor que traspasará su alma.
Simeón nos enseña cómo acoger a este niño y se da cuenta que el niño no nos puede dejar indiferentes.
Ana, una anciana profetisa, también se acerca al Niño, le reconoce y a partir de ese momento anunciará que la Salvación ha llegado. A partir de ese encuentro. Simeón, al igual que Ana, se sienten felices y notan que su vida está completa.
¿Qué esperamos nosotros de este niño que acaba de nacer? ¿Cómo le vamos a acoger?
2017/10/29
Ciclo A Tiempo Ordinario 31 (ATOR31)
En comunidad renace la vida
Jesús hoy nos habla directamente, quiere una nueva comunidad, con un estilo diferente: Una fraternidad.
Una comunidad auténtica donde se viva el servicio incondicional a los demás. Y así, de esta forma, se configura como el lugar donde renace la Vida, porque Dios está presente en cada uno de nosotros y nos conduce interiormente. Y, no hay que esperar tiempos mejores y situaciones que nos parezcan más fáciles de convivir, sino aquí y ahora, en cada instante.
Pablo se expresa con estas muestras de afecto dirigiéndose a la comunidad de Tesalónica que había acogido el Evangelio: “Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor”.
Queremos ser y vivir esta comunidad nueva de Jesús y sentimos en este momento su presencia con nosotros.
Jesús está vivo y entra en mi vida para hacer de ella un camino de amistad.
Una comunidad auténtica donde se viva el servicio incondicional a los demás. Y así, de esta forma, se configura como el lugar donde renace la Vida, porque Dios está presente en cada uno de nosotros y nos conduce interiormente. Y, no hay que esperar tiempos mejores y situaciones que nos parezcan más fáciles de convivir, sino aquí y ahora, en cada instante.
Pablo se expresa con estas muestras de afecto dirigiéndose a la comunidad de Tesalónica que había acogido el Evangelio: “Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor”.
Queremos ser y vivir esta comunidad nueva de Jesús y sentimos en este momento su presencia con nosotros.
Jesús está vivo y entra en mi vida para hacer de ella un camino de amistad.
2017/10/22
Ciclo A Tiempo Ordinario 30 (ATOR30)
Vive para amar, ama para vivir
Jesús viene para ayudarnos a encontrar nuevamente este camino cuando nos sentimos perdidos; viene para caminar con nosotros, para servirnos de guía, poner luz en nuestros pasos, para enseñarnos que este camino es más fácil de lo que nos empeñamos en creer.
Es un camino simple, sin letra pequeña, sin listado de normas, sin excepciones ni atajos, sin condiciones, sin florituras ni adornos, sin fórmulas, sin recetas, sin explicaciones.
Es un camino sin secretos.
Cerremos los ojos y dejémonos empapar hoy por la sencillez y la frescura de su mensaje, respiremos profundamente la novedad de sus palabras, alimentémonos de la sabiduría de sus enseñanzas.
Deejemos que la palabra de Dios eche raíces en nuestros corazones, porque lo que Jesús viene a decirnos hoy, es lo más importante de todo cuanto está escrito.
2017/10/16
Ciclo A Tiempo Ordinario 29 (ATOR29)
Dad a Dios lo que es de Dios
Hoy leemos en el Evangelio una de las frases más controvertidas del mismo, “Pagad al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. La pregunta tenía trampa y cualquier respuesta serviría para hacer caer a Jesús.
Jesús, observa que la moneda tiene la imagen del César, la imagen del poder del dinero y, cuando sucumbimos a ese poder, somos esclavos del sistema económico y estamos en la esfera del César.
En contraposición, a Dios también hay que darle lo suyo. La imagen de Dios es el ser humano. Los pobres y los más débiles pertenecen a Dios. Estamos en la esfera de Dios, si nuestra prioridad es defender la dignidad del ser humano, hacer sostenible la vida, compartir con los que menos tienen, defender una economía ética. En la medida que sembremos el reino de Dios y su justicia, devolveremos a Dios lo que es de Dios.
Sin embargo, nuestro problema es distinguir lo que corresponde al César y lo que él representa y lo que corresponde a Dios, su Reino y su justicia ¿Qué parte de nuestra vida corresponde a la esfera del César y cual a la de Dios?
2017/10/08
Ciclo A Tiempo Ordinario 28 (ATOR28)
Todos estamos invitados
La semana pasada el símbolo era la viña y este domingo se trata del banquete. No hay que olvidar que Mateo habla para una comunidad judía, y por eso insiste en el tema de la universalidad, porque todos estamos invitados al banquete del Reino de Dios.
Todo el evangelio es una invitación. Entonces depende de nuestra respuesta Dios no rechaza a nadie, solamente se queda fuera el que se niega a entrar. Demos ese sí comprometido y hagamos de la vida un banquete donde todos estén convidados.
Como repite muy a menudo el Papa Francisco: “Trabajemos todos juntos por el bien común.
Todo el evangelio es una invitación. Entonces depende de nuestra respuesta Dios no rechaza a nadie, solamente se queda fuera el que se niega a entrar. Demos ese sí comprometido y hagamos de la vida un banquete donde todos estén convidados.
Como repite muy a menudo el Papa Francisco: “Trabajemos todos juntos por el bien común.
2017/09/26
Ciclo A Tiempo Ordinario 27 (ATOR27)
Suspendidos en tu brisa suave, confiados en tu bondad
Iniciamos una nueva etapa con la esperanza puesta en recorrer los caminos de eternidad. Ahí ponemos nuestra ilusión y anhelos de hoy.
Nuestro Padre nos ofrece la viña que Él plantó... rodeó... cavó... construyó... y arrendó. Y después se ausentó. A nosotros nos dejó la misión de recoger los frutos y continuar la misión de ayudar a cada persona para ir a su encuentro. Este es el espíritu con el que comenzamos.
Sin embargo vamos a adentrarnos en la parábola en la que, por último, envió a su Hijo a recibir los frutos de la viña y… le echaron y… le mataron.
Momento de desolación. ¿Qué ocurrió en las entrañas del Padre cuando hasta a su Hijo, que tan amorosamente entregó, también mataron? Son los sentimientos que expresa el salmista: “Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría. ¡Pero eres tú, mi amigo y compañero, a quien me unía dulce intimidad; juntos íbamos… a la Casa del Señor!” Nos asemejamos así a Él en este dolor.
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