Jesús nos mira de una manera diferente. Nos llama, nos busca, no nos abandona. Igual que al ciego de nacimiento; le salió al encuentro, sintió el dolor de su vida y le descubrió la luz. Y el ciego, por primera vez en su vida, salió de las tinieblas y ese encuentro cambió su vida.
Déjate encontrar por Jesús, deja que te ilumine, deja que te abra los ojos y siente que está a tu lado, escúchale en el fondo de ti mismo. Él es el que de verdad te conoce, te llama por tu nombre y no te abandona nunca.
Muchas veces es más cómodo no complicarse la vida, cerrar los ojos a la verdad y vivir engañándonos a nosotros mismos. Jesús nos pide abrir los ojos, dejarnos alumbrar, comenzar a ver la realidad que nos rodea con una luz nueva que nos anima a cambiar y a decir ¡Creo Señor!.
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