Estamos en la entrada de Jerusalén, esperando con todo entusiasmo la llegada de Jesús, que viene a nosotros. Jesús nos enseña el camino de compromiso y consecuencia de vida. ¿Aceptamos el reto?
Jesús se enfrenta a la incomprensión y la persecución de unos y a los vítores de otros. Sin embargo no busca el sufrimiento, ni la muerte, busca un Reino de justicia y su vida se dedica a combatir la desesperanza, la injusticia, el sufrimiento, el abandono; se identifica con los más pobres y abandonados de este mundo.
"Los seguidores de Jesús descubrimos el Misterio último de Dios encarnado en su amor y entrega extrema al ser humano. En el amor de ese crucificado está Dios mismo identificado con todos los que sufren, gritando contra todas las injusticias y perdonando a los verdugos de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o no creer, pero no es posible burlarse de él. En él confiamos los cristianos. Nada lo detendrá en su empeño por salvar a sus hijos e hijas” (JA Pagola)..
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