Los cristianos nos hemos acostumbrado a contemplar la Buena Noticia de Jesús desde la distancia, como si no fuera con nosotros, como meros espectadores de una película de argumento lineal. El bueno (Jesús) muere al final a manos de los malos (contubernio judeo-romano), a causa de sus elevados ideales. La película acaba y nos vamos a casa: hemos cumplido el precepto.
Sin embargo el discípulo de cualquier disciplina tiene siempre en el horizonte llegar a ser, al menos, como su maestro: hacerse como él. Para ello trabaja incesantemente, procura permanecer a su lado el máximo tiempo posible, adquirir sus hábitos, sus técnicas, los secretos que le han hecho ser Maestro en lo suyo.
Esto no es una metáfora: como discípulos de Cristo estamos llamados a ser Jesús para los demás. El evangelio solo tiene un mensaje: ¡Ama!
¿Quieres ser discípulo, o vamos sacando butacas para la siguiente película?
No hay comentarios:
Publicar un comentario