En la vivencia del perdón entramos en sintonía con los sentimientos de Jesús. Caminamos juntos, a nuestro paso, día a día por la senda que nos lleva a vivir esa unión de amor que nos transforma para ser cauce del perdón que recibimos del Señor.
Jesús nos lleva a la libertad interior y podemos así, al vivir las bienaventuranzas que Él nos enseñó, encaminarnos a sentir en lo más íntimo la realidad de esa liberación que nos lleva a vivir junto a Él, alejados de todo aquello que no nos deja ser nosotros mismos.
Nuestra vida es un regalo y Jesús nos ha manifestado como Dios es sólo amor y misericordia y aún más allá de la misericordia.
En Jesús “vivimos, nos movemos y existimos” y su perdón rebosa en nosotros cuando somos transparencia suya y nos hace libres y compartirlo en nuestras relaciones entre nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario