Hoy nos acercamos a orar, a ponernos ante Dios, a abrir nuestro corazón delante del Señor, en el silencio de la Capilla, y rodeados de otras personas que hacen lo mismo.
El Señor nos esperaba y nuestra boca, nuestro corazón, nuestros pensamientos, le hablan de lo que llevamos dentro.
Podemos escuchar la narración de Jesús y sentirnos reflejados en la actitud de uno u otro de los personajes que aparecen en ella. Cada uno lleva una imagen muy distinta de Dios en su interior.
Uno de ellos no sabe orar; vive al margen de Dios y cree que con cumplir la Ley es suficiente. En el fondo de su corazón, no necesita a Dios, le basta la Ley.
El otro, se siente indefenso ante Dios, se acerca sobrecogido, sin atreverse a decir nada ni a levantar los ojos en su presencia, simplemente espera que la misericordia de Dios le tenga en cuenta.
¿Cuál es nuestra actitud?
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