Muchas veces nos quedamos en la superficialidad de los mandamientos, y nos preocupa más cumplir las normas y los preceptos que lo que nos pide Jesús. De manera que entre tanto ruido en nuestra vida, no prestamos atención a la voz de Dios que nos está diciendo otra cosa.
Si escuchamos lo que Dios nos dice, las normas y preceptos no nos dirán nada. Lo que oiremos será ¡Amarás! Y entonces el foco cambiará. Jesús nos pide amar “con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser…”
¿Cómo se ama así?
El escriba que pregunta a Jesús lo entiende muy bien, “amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”… ¡y a nosotros nos cuesta tanto…!
Para Jesús, Dios y el prójimo no se pueden separar, no se puede decir que se ama a Dios si uno se desentiende del otro. Esa forma de entender el amor a Dios es una mentira.
Y nosotros, ¿Cómo amamos a Dios?
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