Entramos en el corazón de esta buena mujer, que ha entregado todo lo que necesitaba para vivir, para experimentar su grandeza y para que su generosidad nos envuelva.
Penetrar en lo invisible que da calor ardiente y alegría a nuestra vida.
Pequeños gestos de pan partido y compartido en seguimiento de Jesús, para dar vida y alegría a nuestro mundo, tan necesitado de saberse acogido, desde el amor que Jesús nos derrama de tal manera, que nosotros no somos capaces siquiera de percibir.
Nos disponemos para estar a la escucha de las necesidades de cada persona allí donde se encuentren para vivir con las manos tendidas y el corazón desprendido.
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