Ciclo B Domingo 30 del Tiempo Ordinario (BTOR30) ¡Que pueda ver!

Este episodio, especialmente en la versión de Marcos, es de tal belleza y hondura, que cuesta pararse solo en un detalle… Bartimeo (cuyo nombre significa, de forma irónica, “el hijo del digno, del honorable”) vive marginado “fuera” del camino… pero a pesar de su ceguera, parece tener las cosas muy claras: ante él pasa alguien que puede aliviar su sufrimiento… No piensa dejar pasar la ocasión, se desprenderá sin titubear, de todo lo que es (aunque sigue siendo ciego), todo lo que tiene y saltará y gritará hasta ser escuchado…

Jesús le responderá lo mismo que les decía la semana pasada a Juan y a Santiago: “¿Qué quieres de mí?”. Pero la petición de Bartimeo tiene muy poco que ver con la que le hacían sus discípulos, donde aquellos hablaban de rango, este solamente pide recuperar la dignidad de ver, ¿de entender, quizá? La fe de Bartimeo, que Jesús contrapone continuamente al miedo, será el salvoconducto del ciego.

También la consecuencia final es sorprendente: una vez sanado, Bartimeo entra en el “camino”, se integra en la comitiva de discípulos de Jesús que ya va camino de Jerusalén…