A Jesús no le han escuchado en la sinagoga de Cafarnaúm, y sin embargo las palabras sencillas, dichas a la gente humilde, produce una gran reacción.
En el lago, Jesús nos invita a unirnos a los demás, a trabajar juntos, a acoger su mensaje, a no tener miedo, a reconocer nuestra debilidad y a no dejar a nadie a un lado..
Jesús se hace presente a nuestro lado, de manera inesperada. Nos cautiva con sus palabras, nos sorprende en la vida cotidiana y no nos deja indiferentes. La experiencia nos dice que si no se ha pescado por la noche o en la madrugada, al mediodía no se puede pescar.
Y ante lo inesperado, lo sorprendente, nuestra capacidad de asombro nos hace sentirnos pequeños ante la grandeza de Jesús, sobre todo en los signos más sencillos.
Jesús no rechaza nuestra debilidad, la acoge, saca fuerza de ella y nos empuja a ponernos a su servicio.
¿En tu debilidad, te atreves a seguir a Jesús?
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