Es tan sencillo como desconcertante: “Amad a vuestros enemigos”. Es asombroso hasta resultar escandaloso: “Haced el bien a los que os odian“.
Jesús proclama la locura que ha de contagiar el mundo nuevo: “Bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian“..
La oración del Salmista nos recuerda lo que es propio de Dios: “El Señor es compasivo y misericordioso… perdona tus culpas… cura tus enfermedades… rescata tu vida…te colma de gracia y de ternura”.
Y Jesús nos dice que ese modo de ser es ahora nuestra vocación: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso“. Y tú, Iglesia cuerpo de Cristo, recuerdas otro mandato, el que tu Señor y Maestro te dejó en herencia cuando, después de lavarte los pies, dijo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros“.
No hay comentarios:
Publicar un comentario