Jesús nos sorprende separando a las personas en dos grupos, a su derecha y a su izquierda y diciéndoles que el motivo es “porque tuve hambre y me diste de comer o tuve sed y no me diste de beber”.
A un lado los que han dedicado su tiempo a mejorar la situación de los demás y al otro los que han vivido de espaldas a ellos. Para Jesús, lo que decide es el amor entregado a los otros y la ayuda solidaria a los que más lo necesitan
Hoy, también tenemos a nuestro lado personas que necesitan ayuda, incluso con necesidades tan básicas como comer o de beber. Si queremos mejorar la sociedad, podemos tener gestos solidarios con los demás, aliviar la situación de los que viven en condiciones precarias a nuestro alrededor y mejorar su dignidad como personas.
Según nos muestra Jesús, todo lo que se haga a cualquiera de los más débiles de la sociedad, se le hace a Él mismo. Debemos reconocer en los otros el rostro de Dios, y nuestra tarea es ocuparnos de los que sufren, de los más débiles, de los indefensos, de los olvidados…
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