Muchas veces pensamos que hemos venido a este mundo a sufrir, pero hoy, Jesús nos anuncia en el Evangelio que «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos» y nos llama a trabajar por el Reino de Dios y su justicia hoy, aquí y ahora.
El Señor nos quiere vivos. ¿Sentimos que el Señor resucita en nosotros? ¿Nos sentimos resucitados? ¿Somos capaces de transmitir resurrección a nuestro alrededor?
El Evangelio nos transmite momentos de resurrección, momentos de salvación, momentos de conversión. Pero nos cuesta reconocer al Resucitado a simple vista, necesitamos escuchar su voz en lo más profundo, convertirnos y sentirnos resucitados.
El Evangelio nos dice que hay que volver a Galilea, que allí nos espera Jesús, y releer el Evangelio desde la experiencia de la Resurrección y volver al origen, a lo sencillo y radical de nuestra fe. Y desde ahí, caminar hacia Emaús al encuentro de Jesús y de la comunidad.
Y dejarnos transformar por la Palabra y trabajar por transmitir momentos de resurrección a nuestro alrededor, amando y sintiéndonos amados, y hacer sentir a los demás que están vivos y que Dios les ama.
¿Somos capaces?
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