Señor , que al despedirte de tus discípulos dijiste: “Amaos como yo os he amado; así os reconocerán como de los míos” , perdona nuestra falta de seriedad. Te dejamos mal muchas veces, porque no nos amamos unos a otros como tú mandaste en la cena.
Después de tantos años de cristianismo todavía no hemos aprendido la lección. Suspenso anual durante siglos y siglos.
"Cambia, Señor, nuestro corazón de piedra por otro de carne.
Transvasa tu Espíritu de amor a nuestro interior anquilosado.
Y cuando hayamos desterrado por completo de nuestro estilo
el egoísmo, la soberbia, el desdén, la frialdad y la revancha,
entonces los demás nos reconocerán como tus discípulos."
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