A un lado los que han dedicado su tiempo a mejorar la situación de los más desfavorecidos y al otro los que han vivido de espaldas a los demás. Para Jesús, lo que decide es el amor entregado a los otros y la ayuda solidaria a los más necesitados.
Hoy día sigue vigente la necesidad de dar de comer o de beber, de tener gestos solidarios para mejorar la sociedad, aliviar la situación de los que viven en condiciones precarias a nuestro alrededor y mejorar su dignidad como personas.
Según Jesús, todo lo que se haga a cualquiera de los más débiles de la sociedad, se le hace a Él mismo. Debemos reconocer en los otros el rostro de Dios, y nuestra tarea es ocuparnos de los que sufren, de los más débiles, de los indefensos, de los olvidados…
¿Qué hacemos nosotros? ¿Somos capaces de salir de nuestra comodidad, de nuestros miedos y salir al encuentro del otro y dar fruto?
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