¡Padre, enséñanos a orar, a hablar con nuestro Padre Dios! Y la oración que nos enseña Jesús nos habla de absoluta confianza, de sentir que Dios no es un Dios lejano, sino un Padre, al que dirigirse con la mayor de las confianzas.
Después de orar, Jesús volvía transformado, lleno de luz y los discípulos querían aprender a sentir esa experiencia de Dios.
Y como a un Padre, Jesús nos dice ¡Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá!
Pedir, como con la actitud de un pobre que no puede alcanzar algo con su propio esfuerzo. Buscar, con una actitud activa de para encontrar aquello que está escondido. Llamar, buscando que nos escuchen también los que están lejos.
¿Cómo es nuestra oración? ¿Sentimos en nosotros la luz de Dios?
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