A lo largo de esta pascua nos han acompañado los textos de los Hechos de los Apóstoles y el evangelio de Juan. Ambos centrados en la experiencia de las primeras comunidades al recibir el Espíritu de Jesús. Los dones del Espíritu Santo podrían resumirse en dos: abrirnos y buscar el bien de todos y no exclusivamente a los nuestros (ese “hablar lenguas desconocidas” que escuchan los paganos) y amar sin límite a los demás. Ser Jesús hoy, a nuestro alrededor, para los otros. Y así, a través de su Espíritu llegar a ser uno con Jesús, y a través de él, con el Padre.
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