Una multitud sigue a Jesús deseosa de ver prodigios de necesitados de sanación, de cautivados por su "otra" forma de presentar a Dios. Una multitud que, en algunos casos, lo ha dejado todo y en otros, que nunca ha tenido nada, pero en ambos casos con las manos vacías y el corazón anhelante de seguirle.
Los discípulos están atentos y se percatan de que se acerca la noche y que no tienen capacidad para satisfacer las necesidades más básicas de ese gentío, y proponen la solución más "sensata", que cada uno se busque la vida y ya se reencontraran en otro momento mejor.
Sin embargo, Jesús ve la imagen con los ojos de Dios y la solución que propone es otra, dadles vosotros de comer. No esperéis a que los problemas se solucionen solos o a que el maná baje del Cielo. Opone a la lógica económica imperante, la lógica solidaria, compartid y habrá para todos.
De una manera radical el evangelio nos recuerda que la Eucaristía no se debe quedar en un acto de piedad particular sino que es común-unión, y de esta manera habrá abundancia para todos.
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