Nuestra actitud vital es de acogida del misterio que nos humaniza en nuestras raíces y nos hermana.
Es así escucha y es seguimiento:
Solo a partir de esa escucha pacífica y tranquila se puede crecer en el camino. Aprender a escuchar. Hacer silencio.
Silencio profundo de nuestro ambiente y de nuestro ser, para abrir las puertas a lo escondido, para entrelazar lazos de interioridad, abiertos a la escucha de Dios que nos habita y al encuentro del hermano.
En el seguimiento, que María nos conduzca en ese camino de Cristo, con fe y esperanza y envueltos en su amor. Unidos en la gran familia de Dios.
Entrado se ha la Esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado
(Canción 22 - Cántico Espiritual, San Juan de la Cruz)
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