Aunque sería fácil caer en la tentación de interpretar la Ascensión como una despedida, sin embargo los Apóstoles no estaban tristes. Sabían que el Señor no se marchaba sino que inauguraba un nuevo modo de presencia en medio de la comunidad.
La Ascensión debe afinar nuestra mirada para dirigirnos con igual atención a las realidades temporales como a los asuntos espirituales para que no nos pase como en el relato de los Hechos de los Apóstoles: “Galileos ¿qué hacéis ahí parados mirando al cielo?”
Se nos piden compromisos concretos en todos los ámbitos, en la vida social, económica y política.
Que no se nos olvide nunca que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. En ese camino, el Señor nos confía la misión de proclamar la Buena Noticia.
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