Jesús nos enfrenta a dos situaciones y el modo de presentarlas, nos pone en guardia frente a una y nos pone el ejemplo de la otra.
Escuchamos los relatos y miramos el corazón de cada uno y ahora miramos el nuestro, y nuestra actitud, ¿A cuál se parece?
Entramos en el corazón de los escribas y vemos su arrogancia y su falta de empatía.
Entramos en el corazón de la buena viuda y vemos su sencillez, su pequeña entrega, su ofrecerse entera, entregando para otros lo que ella necesita para vivir.
Su generosidad nos envuelve. Sabe lo que es pasar necesidad y ayuda desde la oscuridad, el silencio, el sentirse útil, sin querer ser protagonista.
Pequeños gestos de comunidad, de pan partido y compartido, que dan vida y alegría a nuestro mundo, que acogen y ponen a Jesús en la persona que tenemos al lado.
Queremos seguir el ejemplo de esta sencilla viuda, compartir nuestro tiempo y nuestra vida, con las manos extendidas para acercar, acoger y compartir.
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