La pregunta que nos hace hoy el Evangelio es «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?». Y la respuesta que nos da Jesús es «La obra de Dios es que creáis en Aquel que Él ha enviado.»
Y, ¿a qué nos llama esto?
Si leemos el texto, recordaremos lecturas de semanas pasadas: la multiplicación de los panes y los peces y que Jesús nos mira como ovejas sin pastor.
Sin embargo, la crisis del COVID 19 y el aumento de las colas del hambre, nos ha hecho ver, que no es necesario el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, para poder hacer algo y ayudar en esta crisis.
La gente sigue a Jesús porque les ha dado de comer. Es alguien que atiende las necesidades de la gente, incluso en lo más básico, como es el alimento. Por eso, se preocupa de los más necesitados, de aquellos que no tienen ni siquiera lo básico para vivir. ¿Por qué le seguimos nosotros?
Pero Jesús quiere despertar en nosotros un hambre distinta, un hambre de algo que va más allá del alimento cotidiano, un hambre de justicia, de solidaridad, de paz, de vida eterna, de estar atentos a las necesidades de los demás…
Y, entonces, ¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?
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